Sentada frente al mar
desvestí una caracola marina,
caracola color del bronce,
rubí y turmalina...
Quise mostrarte mi descubrimiento
con animada emoción,
miré en busca de tu figura,
pero no estabas a mi alrededor.
Caminé con pasión
esperando poderte hallar,
y así contarte
todos los secretos del mar
pues la caracola en tu ausencia
me pudo hablar,
narrarme su vida en el océano
y mucho más.
Te busqué entre los roqueríos
y tampoco te pude encontrar,
aunque allá entre las rocas
me tropecé con un alacrán,
este en su cólera me quizo atacar,
te llamé fuerte,
pero no te vi llegar.
Corriendo entonces
traté tus pasos alcanzar,
respirando fuerte
con el más duro palpitar.
Siglos le siguieron
a esa búsqueda infernal
siglos que terminaron
sentada hoy de nuevo
frente al mar.
Jessica Carrasco Carrasco