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"Clase" de Arte

Mayo, 2017.- A causa de las pocas posibilidades existentes de poder hacer arte libremente; sin presión, sin evaluación, sin límite de tiempo, sin exhibición, sin instrucción, etcétera, hace algún tiempo decidí abrir la posibilidad de que algunos niños pudiesen venir a nuestra casa a pintar gratuitamente.

En nuestra sesión de ayer llegó un niño, de unos 12 años, quien en un principio se mostró muy entusiasmado de poder pintar en una tela, por primera vez, sin que alguien le dijera qué hacer. Tomó un color que le llamó la atención y cubrió su lienzo con él. Luego, se quedó mirando la tela y en voz baja dijo: “No se me ocurre nada”. “Entiendo. A veces toma tiempo conectarse con lo que uno siente”, le respondí. Posteriormente, comenzó a respirar rápido y a decir en tono más alto: “No se me viene ninguna idea a la cabeza. Todos están pintando y yo no estoy haciendo nada”. “¿Qué es lo que te produce mirar alrededor y ver que otros pintan y tú no?”, le pregunté. “Veo que todos tienen una idea menos yo”, me respondió. “Entiendo. Esto te hace sentir mal porque piensas que tú eres el único que no tiene una idea”, le dije. “Sí”, afirmó. La cara del niño se volvía más tensa con cada segundo que pasaba, hasta que me dijo: “Es mucho más fácil cuando me dicen qué hacer”. “Preferirías que te dijera qué hacer. Así, no tendrías que sentir lo que estas sintiendo”, confirmé. “Si, es mucho más fácil. Así lo hacemos en la escuela; ellos dicen qué hacer y yo copio. Soy bastante bueno copiando”, me respondió. “¿Qué sientes al no tener ninguna instrucción y sentir que las ideas no vienen?”, pregunté. “No lo sé”, respondió. “Déjame ayudarte a describir tus sentimientos: sientes que no estás haciendo algo importante y que algo malo va a ocurrir si no plasmas una idea en la tela, porque crees que las expectativas que se han puesto en ti es que hagas una pintura. Por ende, tienes miedo de no llenar las expectativas que otros han puesto en ti. Aparte de miedo, sientes ansiedad y angustia al ver que otros si están plasmando una idea y tú no, lo que te hace sentir inferior. Sientes que el tiempo es limitado y que si no te viene una idea pronto, el tiempo se va a acabar y decepcionarás a otros y a ti mismo por no pintar algo”, traté de describir. “Si, eso es lo que siento, y es que no estoy haciendo nada y todos están haciendo algo”, replicó. “Ok, entiendo todo lo que sientes, lo he sentido muchas veces.

Pero ahora vamos a dejar el pincel abajo y te voy a explicar algo: el cerebro tiene dos partes, una encargada de la emoción y la otra de la razón. La segunda ha sido entrenada erróneamente para darle instrucciones a la primera, pero ocurre que la primera necesita espacio y seguridad para poder funcionar dada su sensibilidad. El Arte es altamente emocional, por lo que cuando al área encargada de la emoción le dicen “apúrate y crea algo”, es como pedirle a un niño pequeño que corra al ritmo de un adulto y amenazarlo con que “algo malo va a pasar” si no lo logra. Al amenazar la parte emocional de nuestro cerebro, esta se paraliza y deja de funcionar apropiadamente, pues ahora debe preocuparse de mandar un mensaje de peligro al organismo, que lleva a sentir miedo, angustia y a entrar en pánico. Lo que necesitamos hacer ahora es dejar de tratar de pintar y de amenazar a nuestro cerebro. Respiraremos profundo, mientras te dirás “todo está bien, nadie espera nada de mí. Si una idea no viene ahora, vendrá más tarde u otro día. Estoy haciendo algo muy importante, me estoy conociendo a mí mismo”. Tomaremos un descanso y veremos qué pasa” le dije. Respiró, me miró, se paró y se fue a otra pieza. En ese momento yo no sabía bien qué pudiese estar sintiendo el muchacho, pero decidí dejarle a solas y esperar. Luego de unos minutos volvió, se sentó en silencio y comenzó a pintar en su tela un anochecer estrellado donde él miraba al cielo desde una colina seca.

 

Jessica Carrasco Carrasco

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